Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
HISTORIA GENERAL DE LAS COSAS DE LA NUEVA ESPAÑA, I



Comentario

LIBRO PRIMERO
En que trata de los dioses que adoravan los naturales de esta tierra que es la Nueva España





Capítulo primero

Que habla del principal dios que adoravan y a quien sacrificavan los mexicanos llamado Uitzilupuchtli

Este dios llamado Uitzilupuchtli fue otro Hércules, el cual fue robustíssimo, de grandes fuerças y muy belicoso, gran destruidor de pueblos y matador de gentes. En las guerras era como fuego vivo muy temeroso a sus contrarios, y assí la devisa que traía era una cabeça de dragón muy espantable, que echava fuego por la boca; también éste era nigromántico o embaidor, que se transformava en figura de diversas aves y bestias. A este hombre, que por su fortaleza y destreza en la guerra le tuvieron en mucho los mexicanos cuando vivía, después que murió le honraron como a dios y le ofrezían esclavos, sacrificándolos en su presencia; buscavan que estos esclavos fuessen muy regalados y muy bien ataviados con aquellos adereços que ellos usavan de orejeras y barbotes; esto hazían por más honrarle. Otro semejante a éste huvo en las partes de Tlaxcala, que se llamava Camaxtle.



Capítulo segundo

Que trata del dios llamado Páinal, el cual, siendo hombre, era adorado por dios

Este dios llamado Páinal era como sotacapitán del arriba dicho, porque el arriba dicho como mayor capitán dictava cuándo se havía de hazer guerra a algunas provincias. Este, como su vicario, servía de cuando repentinamente se ofrezía de salir al encuentro a los enemigos, porque entonces era menester que este Páinal, que quiere dezir "ligero", "apressurado", saliesse en persona a mover la gente para que con toda priessa saliessen a verse con los enemigos.

Después de muerto, la fiesta que le hazían era que uno de los sátrapas tomava la imagen de este Páinal, compuesta con ricos ornamentos como dios, y hazían una processión con él bien larga, y todos ivan corriendo a más correr, ansí el que le llevava como los que le seguían. En esto representavan la priessa que muchas vezes es necessaria para resistir a los enemigos, que sin saberlo acometen haziendo celadas.





El tercero Capítulo

Trata del dios llamado Tezcatlipoca, el cual generalmente era tenido por dios entre estos naturales de esta Nueva España; es otro Júpiter

El dios llamado Tezcatlipoca era tenido por verdadero dios, y invissible, el cual andava en todo lugar, en el cielo, en la tierra, y en el infierno; y tenían que cuando andava en la tierra movía guerras, enemistades y discordias, de donde resultavan muchas fatigas y desasosiegos.

Dezían que él mesmo incitava a unos contra otros para que tuviessen guerras y por esto le llamavan Nécoc Yáutl; quiere dezir "sembrador de discordias de ambas partes". Y dezían él solo ser el que entendía en el regimiento del mundo, y que él solo dava las prosperidades y riquezas, y que él solo las quitava cuando se le antojava. Dava riquezas, prosperidades, y fama, y fortaleza, y señorío, y dignidades, y honras, y las quitava cuando se le antojava. Por esto le temían y reverenciavan, porque tenían que en su mano estava el levantar y abatir. De la honra que se le hazía está adelante, en el Libro Segundo.





El cuarto Capítulo

Trata del dios que se llamava Tláloc Tlamacazqui

Este dios llamado Tláloc Tlamacazqui era el dios de las lluvias. Tenían que él dava las lluvias para que regassen la tierra, mediante la cual lluvia se criavan todas las yervas, árboles, y frutas, y mantenimientos. También tenían que él embiava el granizo, y los relámpagos y rayos, y las tempestades del agua, y los peligros de los ríos y de la mar.

En llamarse Tláloc Tlamacazqui quiere dezir que es dios que habita en el paraíso terrenal, y que da a los hombres los mantenimientos necessarios para la vida corporal. Los servicios que se le hazían están en el Segundo Libro, entre las fiestas de los dioses.





El Capítulo quinto

Trata del dios que se llama Quetzalcóatl, dios de los vientos

Este Quetzalcóatl, aunque fue hombre, teníanle por dios. Y dezían que barría el camino a los dioses del agua, y esto adivinavan porque ante que comiençan las aguas hay grandes vientos y polvos, y esto dezían que Quetzalcóatl, dios de los vientos, barría los caminos a los dioses de la lluvia para que viniessen a llover. Los sacrificios y cerimonias con que honravan a este dios están escritos adelante, en el Segundo Libro.

Los atavíos con que lo adoravan eran los siguientes: una mitra en la cabeça, con un penacho de plumas que se llaman quetzalli, la mitra era manchada como cuero de tigre; la cara tenía teñida de negro y todo el cuerpo; tenía una camisa como sobrepelliz labrada; no le llegava más de hasta la cinta; tenía unas orejeras de turquesas de labor mosaico; tenía un collar de oro de que colgavan unos caracolitos mariscos preciosos; llevava a cuestas por devisa un plumaje a manera de llamas de fuego; tenía unas calças desde la rodilla abaxo de cuero de tigre, de las cuales colgavan unos caracolitos mariscos; tenía calçados unas sandalias teñidas de negro rebuelto con marcagita; tenía en la mano izquierda una rodela con una pintura con cinco ángulos que llaman el joel de viento; en la mano derecha tenía un cetro a manera de báculo de obispo, en lo alto era enroscado como báculo de obispo, muy labrado de pedrería, pero no era largo como el báculo; parecía por donde se tenía era como empuñadura de espada. Era éste el gran sacerdote del templo.